As-Salām-u-ʽAlaykum
Deseo empezar esta carta de bienvenida recordando unas palabras de mi amado padre, el doctor Bahige Mulla Huech: «Nuestro destino en el otro mundo dependerá única y exclusivamente de la obra personal que hayamos dejado antes de morir».
Con estas palabras el doctor Mulla ponía la atención en ese mandato del Islam que nos anima a desenvolvernos sanamente en este mundo. Poco vale vivir pensando en la vida de ultratumba, decía, pues esto a veces nos hace desviar la atención sobre lo que es esencial: es aquí y ahora cuando tenemos que hacernos merecedores de nuestra condición humana, llevando adelante la obra de nuestra vida.
Esa gran «obra personal» fue, para mi padre, trabajar humildemente, pero con todo el entusiasmo, por la convivencia entre gentes de distintas culturas y religiones.
En las distintas facetas del doctor Bahige Mulla Huech siempre latía ese interés sincero por el prójimo, el mismo interés por ayudarnos a «desenvolvernos sanamente», ya fuera en su labor como médico, ya fuera como erudito del Islam, la medicina del espíritu, o como intelectual preocupado por los males de la política o por la mejoría de las condiciones sociales de sus semejantes.
Con todo ello, mi padre no hacía más que vivir el Islam en plenitud, cumplir con su fe. El Islam es vivir en común; vivir por los demás, porque sólo en sociedad nos desarrollamos como personas, y para los demás, porque nos debemos a nuestros hermanos.
Por su condición de musulmán, nacido y crecido en Siria, y de orígenes iraquies, y de español, europeo, por residencia y también por corazón, el doctor Bahige Mulla Huech encarnaba en sí mismo la armoniosa convivencia entre múltiples identidades colectivas, entre sentimientos de pertenencia diversos pero no excluyentes. Para él era una responsabilidad vital el esfuerzo por extender ese mensaje de convivencia a un mundo tan necesitado de ella. Este fue su Ijtihad, su afán, su «máximo esfuerzo».
Cuando la obra es tan magna, ni el transcurso de una vida, ni el esfuerzo de una sola persona, son suficientes para llevarla a término. Pero el pensamiento del doctor Mulla, su espíritu, nos señala un camino para seguir en esa lucha.
Os doy la bienvenida a nuestra Fundación para el Entendimiento de Civilizaciones, nacida para dar continuidad a ese gran proyecto de convivencia al que el doctor Bahige Mulla Huech dedicó su esfuerzo.
Seguiremos hasta que nosotros, o nuestros herederos, alcancemos ese objetivo.
Afectuosamente,
Anas Mulla